domingo, 18 de abril de 2010

Siga el baile.. siga el baile... al compás del ....

Este país va directo a repetir la historia de los últimos 80 años.
Festejan el canje de deuda como si eso fuera la salvación. Me hace acordar al Megacanje o al Salvataje del FMI que fue la antesala a la crisis del 2001.

El canje es bueno siempre que sirva como complemento a un cambio o ajuste (sé que la palabra ajuste no gusta, por eso digo cambio) de las políticas fiscales.

Si el canje se utiliza como bandera para seguir emitiendo, para volver o seguir endeudando al país y utilizar los recursos para obras y clientelismo poco productivo, como son los subsidios, entonces estaremos terminando de armar la bomba que terminará explotando a estos o a los nuevos responsables de administrar el país.

El canje no deja de ser un incumplimiento de las obligaciones legítimamente obtenidas oportunamente. Que en el medio sea un gran negocio para aquellos que compraron esos derechos a precio vil, es otra cosa.

Este país debe entender que las obligaciones de corto, mediano y largo plazo deben cumplirse como originalmente fueron pactadas. Que las reglas de juego no deben ser cambiadas o dibujadas (caso concreto: bonos ajustados por inflación del Indec (CER)). El riesgo país puede bajar, las tasas de interés pueden hacerlo marginalmente, pero si los tenedores presentes o inversores futuros de obligaciones argentinas no ven un cambio de paradigma argentino entonces enfrentaremos tasas bajas marginales respecto de las vigentes. Simplemente porque si yo soy un inversionista y tengo interés en comprar deuda argentina lo primero que miraré será el INDEC y luego la realidad y la perspectiva futura de la política argentina. El Indec porque en base a esas estadísticas puedo observar la "probabilidad futura de devolver el principal o sus intereses" y las perspectivas políticas me pueden decir si la Argentina va por el buen camino o no. No deja de ser subjetivo, pero yo con un INDEC que dibuja todas sus estadísticas no invierto en Argentina. Ni hablar de un país gobernado por miopes corruptos a ultranza.

Este país no necesita un cambio de gobierno, necesita un cambio de paradigma y marca país.