La realidad nos muestra la verdadera calidad de nuestros dirigentes.
En materia económica volvemos a repetir, ya sin tener claro el número de veces, el ciclo de largo plazo en el que nos tocará volver a surfear una crisis financiera y económica atribuible solamente y exclusivamente a nuestros dirigentes políticos.
En esto debe hacerse cargo tanto al oficialismo como a la oposición. Es obligación de la oposición marcar las diferencias, pero con propuestas concretas.
El dólar estadounidense va camino a apreciarse claramente contra las demás divisas mundiales, depreciando por lo tanto a sus contrapartes y abaratando el precio de las materias primas (productos transables en América Latina).
Eso en criollo implica la semilla de una nueva crisis financiera por venir. Principalmente para Argentina, que siempre va contramano de la realidad mundial.
EEUU está pronto a terminar con la emisión para financiar su crisis (en un contexto que no es comparable con Argentina, por los aprovechados que quieren comparar las dos economías) y pronto vendrá la subida de tasas de interés que repercutirá en una mayor caída de precios de los productos transables y en un encarecimiento de la financiación externa. Es decir, tomar deuda externa será mucho más caro que actualmente, con lo que Argentina se encontrará con la necesidad imperiosa de volver a los mercados internacionales porque habrá vaciado las cajas internas y tendrá que hacerlo a precio alto.
Pero Argentina necesita política monetaria restrictiva y fiscal activa para salir de la estanflación. La política fiscal activa debe hacerse bajando impuestos, no subiendo el gasto. Pero bajar impuestos requiere endeudamiento para financiar el déficit fiscal que se producirá por este movimiento (no estoy contando el déficit fiscal en el que ya estamos); eso solamente puede hacerse con endeudamiento externo, porque el interno no es compatible con la política monetaria restrictiva (baja de la emisión para financiar el déficit).
Hacer política monetaria expansiva en el actual contexto inflacionario es simplemente dar por hecho que terminamos asumiendo la hiperinflación.
Los próximos dirigentes del país tienen la responsabilidad de tener la suficiente idoneidad en materia económica y financiera para que efectivamente podamos campear la crisis.
Demás está decir que estos próximos gobernantes tendrán tres o cuatro años muy difíciles y en un país populista como el nuestro, eso implica prácticamente el asumir que puede ser su único mandato, porque la sociedad difícilmente los reelegirá con las medidas que deben tomarse, que no son felices.
En materia económica volvemos a repetir, ya sin tener claro el número de veces, el ciclo de largo plazo en el que nos tocará volver a surfear una crisis financiera y económica atribuible solamente y exclusivamente a nuestros dirigentes políticos.
En esto debe hacerse cargo tanto al oficialismo como a la oposición. Es obligación de la oposición marcar las diferencias, pero con propuestas concretas.
El dólar estadounidense va camino a apreciarse claramente contra las demás divisas mundiales, depreciando por lo tanto a sus contrapartes y abaratando el precio de las materias primas (productos transables en América Latina).
Eso en criollo implica la semilla de una nueva crisis financiera por venir. Principalmente para Argentina, que siempre va contramano de la realidad mundial.
EEUU está pronto a terminar con la emisión para financiar su crisis (en un contexto que no es comparable con Argentina, por los aprovechados que quieren comparar las dos economías) y pronto vendrá la subida de tasas de interés que repercutirá en una mayor caída de precios de los productos transables y en un encarecimiento de la financiación externa. Es decir, tomar deuda externa será mucho más caro que actualmente, con lo que Argentina se encontrará con la necesidad imperiosa de volver a los mercados internacionales porque habrá vaciado las cajas internas y tendrá que hacerlo a precio alto.
Pero Argentina necesita política monetaria restrictiva y fiscal activa para salir de la estanflación. La política fiscal activa debe hacerse bajando impuestos, no subiendo el gasto. Pero bajar impuestos requiere endeudamiento para financiar el déficit fiscal que se producirá por este movimiento (no estoy contando el déficit fiscal en el que ya estamos); eso solamente puede hacerse con endeudamiento externo, porque el interno no es compatible con la política monetaria restrictiva (baja de la emisión para financiar el déficit).
Hacer política monetaria expansiva en el actual contexto inflacionario es simplemente dar por hecho que terminamos asumiendo la hiperinflación.
Los próximos dirigentes del país tienen la responsabilidad de tener la suficiente idoneidad en materia económica y financiera para que efectivamente podamos campear la crisis.
Demás está decir que estos próximos gobernantes tendrán tres o cuatro años muy difíciles y en un país populista como el nuestro, eso implica prácticamente el asumir que puede ser su único mandato, porque la sociedad difícilmente los reelegirá con las medidas que deben tomarse, que no son felices.