jueves, 21 de mayo de 2009

No tengo nada en contra de los empleados públicos pero...

Hace un tiempo bastante largo que vengo renegando de la cantidad de empleados públicos que tiene nuestro país. Ahora, no creía que mi sospecha fuera tan bien fundada.
Leyendo una nota de la revista Fortuna de ésta semana encontré datos oficiales respecto de la plantilla de empleados públicos nacionales y algunas cosas interesantes para comentar.
Se calcula que 1 de cada 16 habitantes de nuestro país es empleado público. La distribución por provincia no es uniforme, en Buenos Aires existen menos empleados públicos por habitantes que en Córdoba por ejemplo. Santa Cruz lleva el récord de empleados públicos y Córdoba tiene el mejor ratio de 1 empleado público por cada 21 habitantes.
Se crea empleados públicos a un ritmo de 55 por día.
Las razones de esta epidemia son muchas y lejos estoy de tratar de explicar todas y cada una de ellas. Sin intentar dar un orden de importancia a los factores, claramente podemos señalar algunos:
  • La falta de oportunidades en el sector privado,
  • La decadencia en la educación, que obliga a la fuerza laboral a buscar "refugio en un sueldo fijo",
  • La falta de incentivos al aumento de la productividad y la eficiencia y,
  • Aunque sé que con esto me gano unos cuantos enemigos, la más importante para mí es la enseñanza de Perón que decía: "alpargatas si, libros no". Fue él y su política la que incentivó la creación de puestos de "trabajo" en el sector público, quizás por las circunstancias imperantes en esa etapa de la historia, quizás por la necesidad de "clientelismo político" en busca de ganar cada vez más votos.

Eficientizar el Estado e incentivar la actividad privada es importante y sin lugar a dudas algo demasiado complejo para cualquier dirigente. Contra lo primero que tenemos que luchar es contra nuestra propia cultura.

El sector privado es el creador más importante de trabajo genuino, a eso debemos apuntar.

Por eso pocos entienden "ganancias de productividad" o "incentivos a la eficiencia".

Ojalá podamos revertir esta situación para que el Estado siga siendo importante en el sistema económico, pero pase de ser un parásito a un verdadero regulador de la actividad económica.

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